La noche de navidad Andrea estaba de pie delante de la estación central de tren de Colonia, al lado de las escaleras que llevan a la catedral.
Hacía frío y algunos copos de nieve adornaban el cielo negro de la ciudad. Andrea estaba esperando a Óscar, un chico español que había conocido por internet. Los dos habían quedado esa tarde para tomar algo en algún café del centro para hacer un tándem.

Andrea estaba aprendiendo español porque algún día quería ir a vivir a Argentina. Óscar llegaba tarde.
“Los españoles siempre llegan tarde”, pensó Andrea, algo molesta por la falta de puntualidad.

Poco después se le acercó una mujer bonita y delgada. Tenía los ojos verdes y vestía de negro.

“¿Eres Andrea?”, le preguntó. La extraña tenía acento español.
“Sí. Soy Andrea, ¿por qué lo pregunta?”, contestó.
“Hola, me llamo Penélope. Óscar no ha podido venir y me ha enviado a buscarte. Ven conmigo. Te llevaré a donde está.”, aseguró la mujer, poniéndose a caminar hacia la catedral.
“Espera un momento. No te conozco de nada. De hecho, ni siquiera conozco a Óscar en persona, ¿por qué debería seguirte?”

Penélope sonrió y luego dijo, “Tranquila. No te comeré. Solo vamos aquí al lado.”
“¿Dónde está Óscar?”, preguntó Andrea.
“Ahora mismo no sé dónde está Óscar. Sé dónde estará dentro de quince minutos. Sígueme, vamos.”

Andrea pensó que era una tontería tener miedo. Al fin y al cabo estaba en su casa. Ella había nacido en Colonia y había pasado mil veces por aquellas calles siempre llenas de gente.
“Vale”, asintió Andrea, empezando a andar tras Penélope.
“¿A dónde vamos?”

“Ya lo verás”

Falsch geklickt!!